domingo, 16 de mayo de 2010

Tori

Como los lectores deben saber, este blog ha sido creado por el equipo de Etternal, una joven empresa especializada en arte funerario, particularmente en urnas funerarias. Entre la colección de urnas que el equipo de Etternal ha puesto recientemente en el mercado, existe una, titulada Tori Triangle, que presenta el detalle de un antiguo dibujo japonés grabado al ácido. Tori, en lengua nipona, tiene al menos dos acepciones: pájaro y, también, arco tradicional (torï) comúnmente situado en las entradas de los santuarios Shinto. 

Uno de los alicientes que la fundación de un proyecto de arte funerario conlleva, al menos en el caso que me afecta, es la constatación, si acaso sucintamente, de la variedad y riqueza con que las diferentes culturas y religiones humanas tratan el tránsito desde este mundo al otro, adornándolo de innumerables matices y ritos diferenciadores. En este sentido, la relación con la artista japonesa Yukiko Murata y, como comentaba, el diseño de la urna funeraria Tori han servido de enriquecedora experiencia de acercamiento al mundo funerario japonés, tan lejano y desconocido para nosotros.

Resulta algo difícil, y seguramente inútil, ilustrar hasta dónde llega el conocimiento de la cultura japonesa en un occidental (no ya sólo la cultura funeraria). Por lo que a mi respecta, podría enumerar una serie de estímulos que, seguramente, están en común con los de bastantes personas de mi generación, y que se resumiría, a sabiendas de resultar muy injusto, en los filmes de Kurosawa, los relatos de Mishima, los mundos televisivos de Mazinger Z y los dragones de cartón piedra y, ya entrado el siglo veintiuno, los tebeos Manga, las películas de Miyazaki y Kitano y la cocina del pescado nipona. 

Consabido que el anterior cánon de estímulos japoneses no es más que un puñado de imágenes tópicas del país del sol naciente (acaso lo que el lejano país ha sido capaz de exportar con mayor éxito), permitidme que ponga algún ingrediente más, quizá personal, a la identificación de la cultura japonesa. A las maravillosas y evocadoras lecturas de Mishima se sumó, hace tres años, un librito titulado Elogio de la sombra. Publicado por Siruela en España, su autor, Tanizaki,  expone en este breve ensayo el sentido de la belleza en Japón. En la medida observación de las cosas cotidianas, como las vajillas o el espacio doméstico destinado a las necesidades fisiológicas, Tanizaki trata de revelar el misterio de la belleza en su país que, sin duda, se encuentra no en la grandilocuencia sino en las cosas que nos parecen insignificantes e, incluso, inverosímiles.

De hecho, algo de la esencia de lo bello se encuentra en Japón en la sombra y no, como es común en nuestra cultura desde el modelo clásico del arte, en la luz que la crea. Las urnas funerarias que Murata ha creado para Etternal, fruto de una investigación larga, poseen algo de esa identificación filosófica de la belleza y, cómo no, de la estética que cualquier occidental mínimamente sensible identifica con el arte japonés, atento no tanto al efectismo como a una discreta y refinada, acaso filosófica, manera de entender la belleza.

En la voluntad de rendir cuentas con las atractivas formas del arte japonés, el equipo de Etternal ha utilizado un detalle de un dibujo nipón del siglo diecinueve para decorar su urna funeraria Tori. Aquí, el contraste evidente entre el Occidente y el Oriente queda simbólicamente manifestado por el material y la técnica, pues el citado dibujo se ha grabado sobre el límpido y moderno acero inalterable. 








Referencia bibliográfica: Tanizaki, Elogio de la sombra, Madrid, Siruela, 2006.






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